lunes, 22 de marzo de 2010

Leer y escribir...

Esta reconsideración del lector como alguien activo, no pasivo, como un jugador que, frente a un texto, hace sus apuestas, dibuja sus estrategias y construye sus sentidos, facilita la comprensión de la escritura y la lectura como dos caras de la misma moneda. La práctica de la lectura y la práctica de la escritura están muy cerca, más cerca de lo que en general se piensa.
La decisión de escribir, de dejar una marca, supone haber alcanzado, o desear alcanzar al menos, alguna lectura. Escribir es una forma de estar leyendo, del mismo modo en que contar es una forma de leer lo que se cuenta.
La sola formulación en palabras ya es una lectura. El niño pequeño que va por el mundo nombrando las cosas _"árbol", "gato", "auto"- está en cierto modo "leyendo" y, además, "escribiendo", registrando, con la enunciación, su lectura. Lo nombrado lleva la marca de quien lo nombra, ha pasado por él. Es su lectio, su montaje, su construcción...el sentido alcanzado le pertenece.
Leer y escribir van siempre juntos. Por eso resulta tanto más sencillo ponerse a escribir cuando uno "tiene algo para decir", ha atrapado alguna significación, por así decir---Y, viceversa, resulta tanto más sencillo ponerse a leer cuando lo que uno lee "le dice algo", es decir, de alguna forma, podría, eventualmente, haber sido escrito por uno...
Y por eso es tanto más aventurtero, tanto más insquietante, ponerse a escribir sin saber de antemano todo "lo que se va adecir", leyendo-escribiendo al mismo tiempo, o, desde el otro lado, ponerse a leer algo que no es exactamente lo que se esperaba leer, algo que deberá ser "reescrito" mientras se lo lee.


Fuente: Fuente: Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. 2007. Plan Nacional de Lectura. La Gran Ocasión. La Escuela como sociedad de lectura. Pág. 13.

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