viernes, 26 de marzo de 2010

Vacilaciones en un restaurante

Vibraban los párpados del auditorio, un click de apalusos notaba visiblemente la caída de una extensa conferencia. Tras el corte, se anunciaba: -Disponemos de una hora para el almuerzo y retornamos a las 14:00 hs. para continuar con este ciclo de conferencias.

Los más audaces corrieron a un taxi, para ganarle al tiempo y comer algo en casa. En el hall del hotel, un grupo unidos al azar y algo extenuados, dirimen un lugar para el almuerzo. Lo más próximo un recanto con comidas típicas al estilo brasileño, al llegar...el mozo, quien inquietamente acomodaba las mesas pintorescas y disimulando saber que nos acercábamos unas 10 personas, nos recibe con un musical bienvenidos, mezclando la tonalidad de ambos idiomas, nos invita a disfrutar, no sabemos bien si del ambiente con colores llamativos, la música de Gal Costa de fondo o del sabor del limón con azúcar y vodka de la tradicional caipiriña, puesta en escena que nos trasladaba a una mágica imagen de vacaciones. Los más sugestivo fue el tan esperado "cardápio", emanado como una fuente de inspiración, acompañado de tan sutil presentación. Al unísono se escucho "una cervejiña bien helada", mientras los más osados elegían sabores agridulces, tan contrastantes como la vida misma y ensaladas coloridas, mientras las intelectuales no querían cortar el hilo de la última conferencia. ¡Qué contrastes! Lo cierto es que el ambiente nos invitaba a una cálida descontractura del formalismo académico que nos unía. Mirando el menú...¿y los postres? ¡Una delícia! tortas con cremas, flanes...los más recatados se unían a las ensaladas de frutas y los helados de una bocha. La más inteligente nos observó: -Escuchen, en el menú ofrecen "el cafezinho gratis". Café, ese negro desatello de sabores incomparables acompañó la sobremesa de un grupo de ilustres desconocidos.

Tony

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